Título: Los Adivinos
Autor: Libba Bray
Editorial: RBA
Me complace presentaros a mi primer Gran olvidado del Archivo. Descargué el libro hace unos meses y me olvidé por completo de que lo tenía, hasta que en una hora muerta entre clase y clase lo descubrí. Ni siquiera me acordaba de su sinopsis, la verdad. Y quizá eso haya sido una ventaja a la hora de leerlo, porque me ha pillado por sorpresa y me ha gustado muchísimo.
Sinopsis oficial
Evie O’Neill ha dejado su aburrido pueblo natal para vivir en la fascinante Nueva York, repleta de música, bares clandestinos, coristas y carteristas libertinos. El único inconveniente es que tiene que vivir con su tío Will, un hombre obsesionado con las fuerzas ocultas. La mayor preocupación de Evie es que alguien descubra su secreto: un extraño don que no le ha traído más que problemas. Sin embargo, cuando la policía encuentra a una chica asesinada marcada con un símbolo críptico y llaman a Will para ayudar, Evie se da cuenta de que su habilidad podría atrapar a un asesino. La ciudad que nunca duerme rodea el baile de Evie alrededor del asesino, aunque, de espaldas a todos ellos, algo oscuro y diabólico ha despertado.
Lo primero que tengo que decir de este libro es que la sinopsis no le hace justicia. La novela esconde mucho más de lo que puede parecer si solamente nos guiamos por ese pequeño texto, así que si os decidís a empezarlo os recomiendo que vayáis con la mente abierta.
Sí es cierto que nuestra principal protagonista es la joven Evie, que después de protagonizar un pequeño escándalo se ve obligada a marcharse de su pueblecito de Ohio a la ciudad de Nueva York, quedando bajo la tutela de su erudito tío, Will. Evie es una chica con ganas de divertirse y pasarlo bien con sus amigos, pero no es oro todo lo que reluce, y es que no solo arrastra la tristeza por haber perdido a su hermano, sino que además tiene un curioso don.
Pero Evie no será el único personaje importante del libro, ni mucho menos. Libba Bray nos va a deleitar con un buen surtido de personajes, todos ellos con sus luces y sus sombras, algunos rodeados de misterio (Zeta y Henry, por mencionar a los que más intrigada me han tenido). Todos tienen su papel dentro de la trama, aunque el lector al principio es totalmente ignorante de cómo van a participar.
Uno de los puntos fuertes de la novela es sin duda la ambientación. La autora nos sumerge en la Nueva York de los alegres años 20, una ciudad en apariencia alegre y chispeante repleta de gente despreocupada que solo vive para pasarlo bien. Pero en realidad todo este brillo oculta oscuros y sucios secretos. Me ha encantado este juego de apariencias, sobre todo teniendo en cuenta el contexto histórico, previo a los años de la Gran Depresión. Además se nota que la autora ha hecho un muy buen trabajo de investigación, no solo en cuanto a la ambientación sino también en cuanto al comportamiento de los personajes.
La escritora aprovecha la época en la que se basa la novela para tratar un gran número de temas controvertidos, desde la homosexualidad hasta la segregación por raza, pasando por la religión. Las reflexiones de los personajes me han gustado mucho y he disfrutando viendo estas situaciones a través de los ojos de unos y otros. Como digo, un buen trabajo de investigación.
Pasemos ahora a la trama en sí. Dentro de la novela nos vamos a encontrar con un buen puñado de misterios. Libba nos va dando pequeñas pistas con cuentagotas, ni demasiado rápido ni demasiado lento, es decir, no tenemos la sensación de que la novela avanza muy deprisa ni el lector se aburre de no saber qué está pasando. Llega un momento en el que algunas piezas comienzan a encajar y podemos ir atando cabos por nuestra cuenta, algunas situaciones son ligeramente predecible pero otras te pillan por sorpresa. ¿Se resuelven todas las dudas? Para nada, esto solamente acaba de comenzar.
Pese a que el libro me ha gustado mucho y lo he leído bastante deprisa, he encontrado detalles que no me han terminado de encajar. El primero, es el uso excesivo de muletillas tipo "hermana", "viejo amigo" o "niña". Entiendo que la autora lo hace porque en esa época las usarían con frecuencia, pero la verdad es que de cada tres palabras una es una coletilla, y se me ha llegado a hacer algo pesado. También he notado que en un par de ocasiones confunden el nombre de Mabel con el de Evie, pero bueno, en un libro tan extenso es normal encontrar pequeños fallos que pasan desapercibidos. Y ya por último, me habría gustado que los fragmentos dedicados a los personajes que no son Evie fuesen un poco más largos, por ejemplo un capítulo dedicado a cada uno, porque se me pasaban demasiado rápido sus partes. Esta frase os puede inducir a error, no es que no se profundice en los otros personajes, sino que cada vez que se nos habla de ellos aparecen en fragmentos cortos; tenemos muchos de estos apartados cortos, con lo que podemos conocerlos, sí, pero habría preferido juntar varios cortos y poder disfrutar de un mismo personaje un poco más. En fin, quizá esto sea de ser excesivamente tiquismiquis.
Los adivinos ha sido una lectura de lo más adictiva, un gran misterio con logrados toques sobrenaturales ambientado en la chispeante Nueva York de los años 20, una época de cambios en la que sus personajes se debaten entre las anticuadas costumbres del siglo anterior y las ganas de modernizarse. Os animo a que os adentréis entre sus páginas para descubrir la buena historia que ha sabido crear Libba Bray. Espero que sepa mantener el ritmo en próximas entregas de la saga.
Para que ambientar un poco la reseña, os dejo con una foto de una flapper. La verdad es que creo que ya sé de qué me quiero disfrazar en Carnaval este año...
Pero Evie no será el único personaje importante del libro, ni mucho menos. Libba Bray nos va a deleitar con un buen surtido de personajes, todos ellos con sus luces y sus sombras, algunos rodeados de misterio (Zeta y Henry, por mencionar a los que más intrigada me han tenido). Todos tienen su papel dentro de la trama, aunque el lector al principio es totalmente ignorante de cómo van a participar.
Uno de los puntos fuertes de la novela es sin duda la ambientación. La autora nos sumerge en la Nueva York de los alegres años 20, una ciudad en apariencia alegre y chispeante repleta de gente despreocupada que solo vive para pasarlo bien. Pero en realidad todo este brillo oculta oscuros y sucios secretos. Me ha encantado este juego de apariencias, sobre todo teniendo en cuenta el contexto histórico, previo a los años de la Gran Depresión. Además se nota que la autora ha hecho un muy buen trabajo de investigación, no solo en cuanto a la ambientación sino también en cuanto al comportamiento de los personajes.
La escritora aprovecha la época en la que se basa la novela para tratar un gran número de temas controvertidos, desde la homosexualidad hasta la segregación por raza, pasando por la religión. Las reflexiones de los personajes me han gustado mucho y he disfrutando viendo estas situaciones a través de los ojos de unos y otros. Como digo, un buen trabajo de investigación.
Pasemos ahora a la trama en sí. Dentro de la novela nos vamos a encontrar con un buen puñado de misterios. Libba nos va dando pequeñas pistas con cuentagotas, ni demasiado rápido ni demasiado lento, es decir, no tenemos la sensación de que la novela avanza muy deprisa ni el lector se aburre de no saber qué está pasando. Llega un momento en el que algunas piezas comienzan a encajar y podemos ir atando cabos por nuestra cuenta, algunas situaciones son ligeramente predecible pero otras te pillan por sorpresa. ¿Se resuelven todas las dudas? Para nada, esto solamente acaba de comenzar.
Pese a que el libro me ha gustado mucho y lo he leído bastante deprisa, he encontrado detalles que no me han terminado de encajar. El primero, es el uso excesivo de muletillas tipo "hermana", "viejo amigo" o "niña". Entiendo que la autora lo hace porque en esa época las usarían con frecuencia, pero la verdad es que de cada tres palabras una es una coletilla, y se me ha llegado a hacer algo pesado. También he notado que en un par de ocasiones confunden el nombre de Mabel con el de Evie, pero bueno, en un libro tan extenso es normal encontrar pequeños fallos que pasan desapercibidos. Y ya por último, me habría gustado que los fragmentos dedicados a los personajes que no son Evie fuesen un poco más largos, por ejemplo un capítulo dedicado a cada uno, porque se me pasaban demasiado rápido sus partes. Esta frase os puede inducir a error, no es que no se profundice en los otros personajes, sino que cada vez que se nos habla de ellos aparecen en fragmentos cortos; tenemos muchos de estos apartados cortos, con lo que podemos conocerlos, sí, pero habría preferido juntar varios cortos y poder disfrutar de un mismo personaje un poco más. En fin, quizá esto sea de ser excesivamente tiquismiquis.
Los adivinos ha sido una lectura de lo más adictiva, un gran misterio con logrados toques sobrenaturales ambientado en la chispeante Nueva York de los años 20, una época de cambios en la que sus personajes se debaten entre las anticuadas costumbres del siglo anterior y las ganas de modernizarse. Os animo a que os adentréis entre sus páginas para descubrir la buena historia que ha sabido crear Libba Bray. Espero que sepa mantener el ritmo en próximas entregas de la saga.
Para que ambientar un poco la reseña, os dejo con una foto de una flapper. La verdad es que creo que ya sé de qué me quiero disfrazar en Carnaval este año...